YO NO LO ESCRIBÍ
El año pasado, justo en esta fecha, alguien encontraba una delgada línea entre la realidad y la ficción, se inspiró desde el alma y el corazón, con el ego completamente destruido y el resultado fue este:
Las Imágenes.
Entro al cuarto oscuro, huele aún a ácido acético y líquido
para revelar.
Vacío mi mente y a ella vienen imágenes, de repente y como si fueran solo
fantasmas, recuerdos nuevos de un pasado que ya estaba muerto, de una
experiencia que superada con éxito había sido ya olvidada en el recuerdo, en la
parte trasera de la mente, allá donde uno guarda como atarse las agujetas y
como hablar con alguien que no existe.
Estas imágenes son de conversaciones recientes, de
personajes ficticios en un mundo que no va en serio, recuerdo la primera, una
chica diciendo a viva voz que el amor era su vida, corría por sus venas, y
avivando la llama de sus días, recuerdo a esa chica decir con franqueza “Te
adoro” y pretender que así sentía; esta chica lo ha dicho de nuevo, ya como
palabras gastadas y sin sentido, una y otra vez, “Te adoro” , sin resultado
alguno, como quien quiere encender un auto con un fósforo.
Pero, ¿qué ha pasado con la potencia de esas palabras? , viene a mi mente otra
imagen, la de una pareja, teniendo sexo intensamente, mientras la chica, la de
las imágenes… esa misma, mira a los ojos de él y le dice las exactas palabras
sin potencia, viendo pasar el ritmo vano del sexo casual de una noche no hago más
sino enmarcar la imagen, como un retrato del morbo que consume a todo ser
humano, incluyéndome, para recordar la vana divinidad de quien no es más.
Pero, ¿qué ha pasado con la potencia de esas palabras? , de nuevo, cae de la
nada otra fotografía, de un conocido de esos que uno se encuentra en medio del
camino, saluda con franca sonrisa y sigue, en pleno cortejo con la misma chica,
esa, la de las imágenes…, la decepción de ambos no se hace esperar, ¿no es esa,
la chica que corteja, la que dice las palabras sin potencia, sin sentido; la
misma que se llenaba la boca con otras palabras? Con las de la lealtad,
inclusive la opinión acerca de su joven don juan que la recuerdo clara “Está
muy pequeño” “No es mi tipo” y frases de entre las páginas de la hipocresía del
momento.
Me surgen preguntas, ¿será de antes? , obviamente sin respuesta, un buen don
nadie sabe que las palabras no hablan. Solo evocan.
Pero, ¿qué ha pasado con esa chica? , aún no se, se esfuma en medio del
recuerdo, de la luz roja y del líquido para revelar, que lentamente coge la
nítida imagen y la torna subexpuesta, como el barco que se hunde en las
marianas, a lo profundo donde no será rescatado.
Lentamente me acerco a la ampliadora, está un poco oxidada, hacía rato no la usaba…
Tomo la imagen que se desliza debajo de la puerta, el pequeño negativo rayado
del movimiento y la mala manipulación.
Veo testimonios al ampliar la imagen, la conveniencia de la historia contada
con una sola cara, la moneda falsa que se intercambia sin ser notada. ¿Ha
tenido usted una moneda falsa alguna vez? ¿Un billete? Lo ha devuelto a circulación,
dentro de su mal civismo y su deshonestidad, dentro de su falta de escrúpulos y
la no aceptación de su turno para perder, dentro de esa sonrisa macabra de
robar del otro la confianza con un pedazo de papel, mal hecho, mal trabajado,
como ese trapo que ya nadie quiere.
Yo sí, así se siente.
Veo rodar esos falsos testimonios, la ampliadora vibra y el calor del bombillo
hace que mis ojos se cierren, en un momento la luz me vence y me sumerjo en mis
ojos cerrados, pensando en cada detalle contado desde una sola perspectiva, en
cada mensaje mal traducido, en cada interpretación conveniente y corta de
autoestima; abro un ojo para ver, los comentarios se han mezclado tanto que
apenas distingo el negativo, no recuerdo ni lo que dicen, parecen ruido en
medio de la mesa de color negro rojizo por la luz del cuarto.
¿Sabe usted que es un cuarto oscuro? , es un sitio donde se revela la verdad,
pero donde también se manipula, se exponen aspectos, se ocultan otros tantos.
Un cuarto oscuro es el recinto donde nace, se cría, crece, madura y muere
cualquier verdad, incluso, la más descarada mentira.
Oh, una imagen detrás de la máquina, casi imperceptible al fondo.
La tomo, va a la ampliadora, llena de monedas de una cara, esta es una mentira,
un poco mas leve, de ella para él, para amante de una noche, el mismo , el de
las palabras , el que tiene hija y una mujer con la que vive, a quien ha
decidido no llamar esposa. Para disminuir la gravedad de su felonía.
¿Sabe usted que es una felonía?
Es un acto en el que se exponen las verdades naturales del
ser humano, calificado desde la moral como malo, desde lo religioso como
impuro, desde lo banal como común, desde lo sexual como exquisito, es ávido,
lleno de pasión, de momento, de lujuria, de enigmas, preguntas que no se
quieren contestar, de movimiento rápido, saliva, mordiscos, arañazos,
lubricación y caderas, senos que se exprimen con hambre animal, gemidos
aturdidores de esos que se escuchan en un bar, en un motel, en una habitación
cualquiera o en un callejón.
¿Sabe usted lo que es una felonía? Yo lo sé bien…
El cansancio y el olor al ácido me marean, veo distorsionada
solo la imagen de ella, el retrato de la muchacha sonriente, la misma, la de
las imágenes.
Distorsionado su sentido moral, el mismo que pudorosamente trataba la
deslealtad, la mentira y la falta de honestidad e incluso con gestos de
desagrado como punibles e incluso como imperdonables.
Ese sentido moral se ve a un lado de su fotografía, goteando lejos del retrato,
como líquido blanco que se escapa lentamente hacia el revelador, haciéndolo
puro, blanco puro … espero no afecte mis próximos retratos, vacío el contenedor
con la desidia placentera de corromper la moral, de perder un amigo , mi
líquido revelador; no sin antes tomar la distorsionada imagen, sacarla,
escurrir de su negro panorama el líquido restante y colgarla con el gancho de
tener presente siempre que hubo allí, lleno de nuevo el contenedor con un poco
más sin usar.
Veo distorsión en su proclamado amor, el que tiene como bandera ahí, abajo del
cuello, cerca de su senos, los mismos, los exprimidos, los de las imágenes,
cerca del corazón, en lo oscuro de la silueta.
Ese sentido de amor que antes era franco, que decía las cosas, que no se andaba
con rodeos y sobre el cual podría decirse mucho ahora pueden decirse pocas
cosas; se ha defragmentado como un espejo cuando se rompe, se ha ocultado tras
la sombra y dice amar, difamando, hiriendo, esperando más como quien espera
saquear el último peso de la billetera de su madre, suele ser vil.
¿Conoce usted el sentimiento de robarle a un ser querido? , ¿De morder la mano
que lo alimenta?, esa bofetada que se le da a quien nos abre su corazón, su
vida, su sentido de ayuda, su fraternidad y esperanza, sus recursos, su todo y
su más; el sabor a carne combinado con sangre, metálico y escurriendo por las
comisuras de los labios, esa sed que da la sangre caliente mezclada con el
mugre, el dulzor de la traición, las desgarrantes mandíbulas que penetran
lentamente la palma, el alma de la víctima, tocando las falanges una a una como
teclas de piano, perdiendo toda esperanza de recuperar alimento, como la última
cena canibalizada y sin conciencia de lo que será después, mientras otra mano
acaricia nuestra cabeza como buenos cachorros.
¿Conoce usted ese sentimiento? Yo, lo conozco bien.
Los testigos, nulos de mi encuentro con las imágenes en el
cuarto oscuro, se quedarían mudos al ver cuánta humanidad hay en ese cuarto,
cuanta normalidad de respuesta, cuán repetida es la escena en la vida de otros
personajes, que sin entrar al cuarto oscuro a develar la verdad, van por su
vida sin saber que su mano es mordida, que su visión distorsionada, sus
historias contadas a una cara, su cuerpo utilizado y su “amor” tergiversado.
La felonía, la calumnia, los insultos, el desamor, el odio, las verdades
mentirosas, todo entra en esa colección, el sobre de manila lleno de los nuevos
recuerdos, de las imágenes, si, de las imágenes que se llevarán guardadas para
expresar nuevamente un adiós rotundo, a una experiencia conclusa, ¿somos los
mismos antes y después de una experiencia? Eso, eso sí lo desconozco.
¿Recuerda usted al joven del sobre de manila? , ¡ese! … si, ese mismo. El de
las imágenes.
Yo lo recuerdo bien.
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