MEMORIAS DE UN VIAJE A CUBA, PARTE I

A muchos nos gusta viajar y conocer lo que hay afuera a parte de nuestro entorno habitual, empacar nuestras maletas y pensar en regresar cargados de historias y aventuras por contar, creo que los viajes lo hacen a uno más consciente de lo  increíble que es el planeta, de lo hermoso  que puede llegar a ser apreciar  una puesta de sol en cualquier lugar, incluso desde la ventana de un avión que lo lleva a uno a un destino desconocido.

Nunca imaginé viajar tan pronto a Cuba, tampoco era mi sueño como lo manifestaron muchos de los acompañantes en mi viaje, pero tampoco era un sitio al que no hubiera querido ir. 




Cuando me invitaron, no lo dudé, primero por el viaje, amo viajar, moverme de mi espacio, explorar  un nuevo lugar, una nueva cultura, y segundo, por  el trabajo que haría en el encuentro al cual asistiría, y el que congregaría personalidades muy interesantes, de las cuales aprendí y creé lazos que seguro jamás serán deshechos.


Sin embargo  las calles de la Habana me contaron más cosas, allí se respira historia, revolución, lucha y fuerza, se siente una paz que no tiene ni minutos, ni segundos, indescriptible lo que ocurre si te sientas en el malecón a ver el movimiento de las olas en el mar, te devuelves en el tiempo cuando ves pasar un almendrón (carro usado como taxi que normalmente son de la marca ford, chévrolet o lada, de los años 51, o 55) y ves esos colores pasteles que te remontan a los cincuenta donde seguramente pasaba la vida enredada entre tabaco, ron, revolución y socialismo.
Foto by Leonardo Tangarife
 
Aunque va más allá de la sensación de remontarse a esa época, porque es real, ellos lo viven día a día, es un lugar detenido en el tiempo, pero con contrastes bien interesantes; puedes encontrar un grupo de jóvenes  en el andén de su casa, que en realidad son una especie de inquilinatos, con fachadas desgastadas, viejas, con rastros de una arquitectura colonial que se ha resquebrajado pero que refleja la ciudad vieja en la que se ha quedado una parte de la Habana, y los pelaos están ahí, con su parlante conectado a un Smartphone de baja gama pero que les pone a traquear el reggaetón que cantan  con cierta emoción y el que seguro querrán bailar en alguna fiesta el fin de semana, sí, reggaetón en la Habana, la ciudad del son, de la guaracha, la salsa, el cha-cha, ahora invadida también por ése género.

Muchas preguntas surgen al caminar más y más la ciudad, de pronto logras hablar con alguien a quién no le interesa el CUC (moneda convertible cubana, equivalente al dólar) que le des por su historia, y encuentras personajes muy interesantes, con percepciones de su país muy divididas pero felices de ser cubanos y de vivir en uno de los países más pacíficos del mundo.

Para la próxima, les tendré la historia de Orestes, un cubano que jamás viviría en México o en Colombia.








Comentarios

  1. Muy bueno e interesante tu relato.
    Y como dijo Pablo Milanes " El futuro de Cuba esta dentro de Cuba..... ADA ELIZABETH PAIS"

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